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Los Defensores - Cp4

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Urucita's avatar
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 Oscuridad. Había tanta oscuridad.
 Ella acercó su mano a su cara, pero apenas podía ver la punta de sus dedos. Lentamente miró a su alrededor. Una espesa niebla negra la envolvía. Empezó a caminar ¿Hacia dónde? Ni ella lo sabía.
 En la distancia se veía una fina línea de luz roja en el suelo, como si se asomara por debajo de una puerta. Caminó hacia ella. Esto está mal, se decía a sí misma, y, sin embargo, no podía parar de moverse. En un rincón de su mente una vocecita gritaba ¡Corre!, pero su cuerpo se movía en contra de su voluntad.
 Su mano se extendió hacia la manija y, en cuanto la tocó, se dio cuenta de su error. Su mente le gritaba que no abriera la puerta, pero su mano parecía tener pensamientos propios. Su cuerpo comenzó a llenarse de terror y, cuando su mano abrió la puerta violentamente, un gritó escapó de su garganta.
 Sin embargo, su grito fue mudo. Ella intentó hablar, pero ningún sonido salía de su boca. Muda y casi ciega. Claro que, no lo suficientemente ciega como para evitar ver lo que había más allá de la puerta.
 Allí, en medio de la oscuridad, se veían un par de ojos de infierno. Ojos que ya había visto alguna vez. La misma mirada vacía y macabra que antes la había mirado burlona. Solo que ahora, aquellos orbes de fuego la miraban con desdén.
 Su cuerpo entero se estremeció ante él- de alguna forma sabía que era un hombre. Aquellos ojos la invitaban, le susurraban al oído dulcemente Entra, déjate llevar por la oscuridad .Pero ella sabía que eran puras mentiras. Intentó dar un paso atrás, pero la oscuridad de la habitación la estaba succionando. Los ojos brillaron con más fuerza, intentando atraerla una vez más.
 Propius, Naomi, venit ad tenebrosum, et pascent vos consumat portentosum anima.

 De repente, estaba despierta y jadeando. Su cuerpo estaba cubierto de sudor frío y sus brazos temblaban. Fue una pesadilla. Solo una pesadilla.
 Envolvió sus brazos en su cuerpo como si se estuviera abrazando a sí misma. Fue ante este movimiento que notó que sus brazos le dolían. Extrañada, extendió sus brazos para ver qué le causaba tanto dolor.
 Ambos brazos, desde las manos hasta los codos, estaban envueltos en vendas manchadas de sangre. Al principio ella frunció el ceño, pero, al recordar los sucesos en la puerta del instituto, el pánico se apoderó de ella.
 ¡Sus bazos se habían prendido fuego! El dolor había recorrido su cuerpo entero ante las quemaduras que las llamas producían. La desesperación se había adueñado de ella al ver que el fuego no se apagaba. Entonces había llegado su tío con sus ojos amarillos brillantes- pero, eso estaba mal, Bruce tenía ojos celestes- y todo se había desvanecido.
 “Brucebrucebrucebruce¡BRUCE!”, Naomi sintió cómo su pecho se quedaba sin aire. Por favor, por favor, no otro ataque de pánico. Por suerte, no era otro ataque. Solo era Naomi estando muy, muy asustada.
 Ella escuchó un portazo y, de repente, Erik estaba en frente de ella. Sus hermosos ojos verdes amarronados  estaban llenos de preocupación, su ceño estaba fruncido. La tomó de los hombros y la sacudió con delicadeza.
 “Hey, hey. Aquí estoy. No pasa nada, ¿me oyes? Naomi, mírame”, ella lo miró con ojos de ciervo espantado. “Tú estás bien. ¿De acuerdo? Tú. Estás. Bien”.
 Ella asintió levemente con la cabeza. Sabía que estaba a salvo, pero, aún así, seguía aterrorizada. ¿Qué rayos había pasado? ¿Verdaderamente había estado en llamas? ¿O solo había sido producto de su imaginación? Tantas preguntas y ni una respuesta.
 “¿Q-Qué pasó?”, preguntó ella con una voz tan pequeña que era apenas audible. Levantó la mirada que antes había estado clavada en sus vendajes. Sus ojos whiskey estaban a punto de desbordar con lágrimas. “¿Me estoy volviendo l-loca?”, su voz se quebró al final. En un segundo, ya estaba prorrumpiendo en lágrimas. Pequeños sollozos escapando de su boca.
 “No. No, no, no”, Erik posó sus manos en sus mejillas, limpiando las lágrimas con sus pulgares. Él le dedico una pequeña sonrisa  y, acercándola hacia su pecho, besó su cabeza. Empezó a dibujar círculos en su espalda, “No llores, vamos, no llores. No te estás volviendo loca. Todo lo que recuerdas realmente sucedió, pero yo no debería explicártelo”. Instantáneamente ella se tensó. Realmente sucedió, y él sabe lo que significa. Intentó alejarse, pero él la abrazó con firmeza. “Naomi, cálmate. Tu tío llegará en cualquier momento y tú podrás saber lo que pasó. Ahora, cálmate”.
 Ella vaciló, pero, finalmente, se relajó en sus brazos. Él la apartó lentamente y le dio una sonrisa simpatética. “Quería que lo supieras más tarde, ¿sabes? Pero yo no puedo parar tus cambios. No tengo tanto poder”, Naomi no entendía el significado detrás de sus palabras, pero, aún así, le sonrió. Antes de que alguno de los dos pudiera decir algo, Bruce entró en la habitación- Naomi pudo darse cuenta que era su habitación al ver la paredes púrpuras.
 Se veía tenso y casi asustado, pero su rostro mostraba unas grandes ojeras de cansancio. Lentamente, se acercó a su cama. Erik se levantó y paró junto a él, posando una mano confortante en su hombro. Ambos intercambiaron miradas y pequeños asentimientos de cabeza.
Bruce dejó escapar un suspiro al sentarse junto a Naomi. Intentó sonreírle, pero salió más como una mueca de pesar.
 “¿Cómo te sientes? ¿Te duelen mucho los brazos?”, ella negó con la cabeza. “Bien, eso está bien. Erik hizo lo que pudo para que no te dolieran tanto”. El silencio se apoderó de la habitación. Su tío abrió y cerró la boca varias veces, como si no supiera qué decir. Finalmente habló, “¿Recuerdas todo lo que sucedió ayer? ¿Sí?, bien. Seguramente estarás pensando que- emm- todo fue un producto de tu mente y que te estás volviendo loca. Créeme, a mí también me pasó. Pero te puedo asegurar que todo fue real. Así es, tú realmente estuviste en llamas y estoy bastante seguro que te preguntarás por qué. ¿Alguna vez has escuchado la historia de Draco Dominus y los Seis Grandes?”, ella negó con la cabeza. “Pues creó que deberías escuchar la historia.
 "Esta historia es tan antigua que nadie sabe el año de su existencia, es por eso que algunos le llaman leyenda. Era una noche de tormenta, pero no de cualquier tormenta, y no cualquier noche. Esta era una tormenta de rayos que prendían fuego todo lo que tocaban y de nieve que congelaba todo lo que le fuera posible. Fue en esta noche que una mujer escapaba. ¿De qué? Nadie lo sabe. Sin embargo, esta mujer, quien estaba luchando por no congelarse y por mantenerse lejos de las llamas, estaba embarazada. Ella quería encontrar un lugar seguro, pues estaba a punto de dar a luz. Finalmente, encontró una pequeña cueva donde pudo tener a su bebé. El niño al nacer no lloró… y no se movía.
 “Aterrada, la madre del niño suplicó a sus antepasados y a sus dioses que salvaran a su hijo. Salió a la tormenta con el niño en brazos y, alzándolo al cielo, suplicó que tuviera vida, incluso si ella tenía que dar la suya para que ocurriera. Con un grito desgarrador, la madre se desplomó en el suelo sin vida y el niño comenzó a llorar. Estaba vivo.
 “De entre los arbustos salieron seis serpientes que tomaron al niño y lo metieron en la cueva nuevamente. Estas serpientes, de más está decir, eran especiales, pues sabían que el niño tenía un gran potencial de magia. Las serpientes habían sido tocadas por un elemento cada una. Fuego, nieve, rayo, agua, viento y muerte.
 “El niño creció entre las serpientes, aprendiendo su lenguaje y dominándolas. He aquí la razón de su nombre Draco Dominum: Amo de los dragones. Pues, las serpientes crecieron y de ellas brotaron patas y alas. Cada una controlaba el elemento que las había tocado. Draco nombró a todos. Gwyneth, dragona blanca de los rayos y la luz; Reltor, dragón rojo del fuego; Glaciem, dragón plateado de la nieve y el hielo; Airad, dragona bronce del viento;  Eidath, dragón azul del agua y las tormentas; y, finalmente, Mortem, dragón negro de la muerte y la destrucción. Estos dragones crecieron en poder como también lo hizo Draco. Él se convirtió en un poderoso hechicero, capaz de hacer conjuros tanto oscuros como puros, y él controlaba a los dragones. Se hacía cargo de que nada se desequilibrara y de que ninguno causara destrucción.
 “Sin embargo, Draco no era inmortal, y, al morir, todo el equilibrio de poderes se quebró. En el mundo reinó el caos y la destrucción. Fue entonces que los hombres se alzaron contra los dragones. Intentaron matarlos, pero estos eran inmortales. Así que decidieron quitarles sus principales características de poder- sus alas, cuernos, colas, lo que fuera. Al ver lo que los humanos tramaban, los dragones decidieron esconderse. El caos cesó de existir y los humanos dejaron de buscarlos. De todas formas, nunca los hubieran encontrado, ya que estos se habían vuelto humanos y ahora vivían entre ellos.
 “Los dragones vivieron por muchos años y podría decirse que aún siguen con vida. Durante todo este tiempo, claro está decir, ellos tuvieron hijos. Estos hijos se propagaron por todo el mundo, y cada uno tenía una porción del poder de su padre o madre. Todos podían transformarse en dragones, claro que no eran tan poderosos como sus padres- excepto los hijos de Mortem, ya que esos son muy raros.  Algunos incluso desarrollaron poderes propios: veneno, ácido, caos, terremotos, huracanes, y muchos otros.
 “En fin, esa es la historia de los Seis y de su amo. Pero tú ahora te estarás preguntando por qué te conté esta historia, si lo que tú quieres es una respuesta a lo que te sucedió. Pues, bien, voy a responder más que esa pregunta. Tú tienes descendencia antigua Naomi, muy antigua, del lado de tu madre. Sangre ancestral corre por tus venas y por las mías. ¿Sabes por qué?”, ella negó con su cabeza. Su ceño estaba fruncido y ella no dejaba de pensar ¿Qué rayos está sucediendo? ¿Por qué me dice estas cosas? Él la miró seriamente.
   Entonces pasó. Naomi abrió los ojos como platos e intentó alejarse de su tío lo más que pudiera. Un grito estaba trabado en su garganta. Le dirigió una mirada suplicante a Erik, pero él solo se quedó ahí parado. Su rostro más impasible que nunca.
 “Naomi”, habló su tío con una voz profunda y penetrante. Ella lo miró llena de terror. Los ojos de su tío ya no eran color cielo, no. Eran amarillos y brillaban. De su nariz salía humo y su piel ardía. “Somos descendientes de los Seis, Naomi. Somos dragones”.
Tan tan tan! Qué pashó! Me pregunto si lo venían venir ^^ Posta, este capítulo lo tuve que terminar en prácticamente un día para poder publicarlo, así que espero que lo disfruten. Dejen comentarios y votos!
© 2015 - 2024 Urucita
Comments2
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viki-ro's avatar
Yo me esperaba cualquier cosa, menos esto O.o 
pedazo de capituloo!!! :DDD Becca debe ser descendiente e3 Glacem, eso seguro.
y naomi...mmm tal vez de Reltor.
pero.. y esa pesadilla?? O.O 
AMOO ESTE FAN FIC!!!♥♥